2 ene 2008

Alvin y Las Ardillas

El otro día por razones que no me convienen explicar no recibí ni una mentada de regalo esta Navidad, así que decidí obsequiarme una ida al cine, y ya ahí en un arranque de nostalgia pura, entre a ver Alvin y Las Ardillas, para recordar a esos roedores que alegraron mi ochenterosa infancia viendo sus caricaturas.


La película trata sobre un compositor fracasado (David Seville) que por X o Y razón termina con 3 ardillas invadiendo su casa, tras descubrir que pueden hablar y mejor aun, cantar, decide hacer un trato con ellas, les dejara vivir en su casa a cambio de que canten sus canciones.



Como es lógico de esperar las Ardillas se vuelven un éxito musical y todo mundo las ama, pero claro, como en toda película familiar que se respete hay un malentendido que los separa de David y terminan viviendo en la mansión del malvado productor de discos y viviendo como Rockstars.


Aquí es donde la película se empieza a poner rarita, de repente empieza a haber una doble lectura, por un lado siguen las barrabasadas que hacen las ardillas (Hay que rellenar hora y media de película y hacer reír), pero también se muestra el abuso y presión a la que se ven sometidas las estrellas infantiles y el constante abuso de sustancias (Si, te hablo a ti
Maculay) que termina por destruirlas.

La película es entretenida y estoy casi seguro que tendrá una secuela, a los niños les gustara y mas a sus padres que crecieron viéndolas (A mi me dejo con el ojo Remi un par de ocaciones) y los que no, les queda el incentivo que como interés romántico de David aparece Cameron Richardson, que es este animalito de la creación.


Si la tendencia de sacar refritos de viejas series continua esperare paciente hasta que hagan el remake del Show de Mr T.

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